El
triple screening no es una prueba concluyente, es decir no es un diagnóstico, sino que mide un índice de riesgo de que el feto presente determinadas alteraciones cromosómicas como trisomía 21 (Síndrome de Down), trisomía 18 (Síndrome de Edwards) y defectos del tubo neural. A partir de los resultados, se podrá realizar la
amniocentesis a fin de validar o descartar los valores obtenidos.
Esta prueba
consiste en un análisis de sangre, totalmente libre de riesgos para la madre y
el feto.Generalmente, se realiza
entre la semana 10 y 13 de gestación, siendo entre la semana 11 y 12 cuando arroja un resultado más fiable.
Aunque el triple screening es un examen voluntario, hay ciertas
embarazadas que deberían hacerlo, por ejemplo, mujeres que superan los 35 años de edad, o si hay
antecedentes de alteraciones cromosómicas. También deben hacerlo
las mujeres que hayan abortado más de una vez, para minimizar riesgos y complicaciones.
Puede haber
falsos positivos (alrededor del 5%), es decir que la prueba indique un alto riesgo de alteración en el feto cuando no lo hay, lo cual puede preocupar de manera innecesaria.