La placenta previa tiene lugar en 1 de cada 200 partos, por lo general, en mujeres que han tenido más de un embarazo o presentan anomalías en el útero, como fibromas.
El sangrado vaginal de color rojo brillante sin dolor, en la segunda mitad del embarazo es la principal señal de placenta previa.
Se diagnostica mediante ultrasonido, ya sea durante una cita prenatal de rutina o después de un episodio de sangrado vaginal.
El diagnóstico definitivo puede requerir una combinación de la ecografía abdominal y la ecografía transvaginal.
Hoy en día, este problema está muy controlado y su pronóstico es muy positivo. A la embarazada se le indicará reposo y el parto se efectuará generalmente por cesárea.
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